Foto: horneado de matzá en el gueto de Varsovia. Fuente: Yad Vashem


Desde este miércoles 8 de abril y hasta el jueves 16 inclusive, entramos en la celebración de pésaj. Durante estos días, recordamos la liberación del pueblo hebreo de Egipto tras 210 años de esclavitud. Mediante escenas, poemas y actividades, el Museo del Holocausto de Buenos Aires invita a toda la comunidad, a reflexionar sobre el ejercicio de la libertad.

Cuenta la leyenda

El último Moishele del gueto de Varsovia le preguntó a su padre:
Ma nishtaná, ¿qué diferencia hay entre esta noche y todas las demás? Padre, ¿por qué esta noche es más larga y terrible que todas las demás?
Su padre respondió:
Avadim hainu (en su traducción al español es: esclavos fuimos en Egipto)

Tengo otra pregunta, entre todas mis preguntas: ¿tendré vida el próximo año para preguntarte el «Ma nishtaná»? ¿Acaso quedará el año que viene algún padre judío vivo para contestar «Avadim hainu»?
Su padre respondió:
No lo sé. No sé si yo estaré vivo y no sé, hijo mío, si vos estarás vivo. Pero sí estoy seguro de algo: siempre habrá un Moishele en algún lugar del mundo que le preguntará a su padre «Ma nishtaná».

 

La tradición de Pésaj

De acuerdo al calendario hebreo, Pésaj se celebra cada año, el 15 de Nisán. Este año, Pésaj comienza con la salida de la primera estrella en el cielo del miércoles 8 de abril y se extiende hasta el jueves 19 de este mismo mes en el calendario gregoriano.

Hace unos 3.200 años -entre los siglos XIV y XIII a.C.- con la guía de Moisés, los judíos lograron liberarse de la esclavitud del imperio egipcio. Desde ese entonces, entendemos Pésaj como el “pasaje a la libertad del pueblo de Israel”. Todos los años, al celebrar Pésaj construímos y transmitimos así, la idea de superación.

En ese sentido, Pésaj representa una de las festividades más importantes en los hogares de familias judías, donde se realiza una cena en honor a la libertad del pueblo. Esta cena se llama Séder (que significa orden ritual) y se organiza alrededor de elementos simbólicos que recuerdan el éxodo y la liberación del pueblo. Como siempre, quienes están fuera de Israel, rezan con el corazón en dirección a Jerusalén. De esta manera, los rezos llegan al Muro de los Lamentos y suben directamente al Cielo.

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Durante la cena de Pésaj, la familia lee la Hagadá, relato de la liberación de Egipto. En estas fechas se evita comer alimentos con levadura o jametz. En cambio, se consume matzá, un pan hecho con harina y agua, sin levadura.

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Además, se consumen otros alimentos, como manzana rayada con nueces molidas y miel (jaróset), hueso o pierna de pollo asado, huevo duro, vino y agua salada. Cada uno de estos elementos tiene un significado y se disponen en la keará, una bandeja ritual.

También se consumen hierbas amargas (habitualmente apio, perejil o rábano picante). El simbolismo de estos alimentos recuerda la amargura que tuvieron que soportar los hebreos durante la esclavitud. A su vez, el jaróset o manzana con miel representa la arcilla y la argamasa con la que elaboraban los ladrillos en las actividades de construcción a las que eran obligados a trabajar durante el cautiverio. También se come cuello de pollo o cordero asado, zeróa, que representa el sacrificio de Pésaj en el Templo de Jerusalem.

Este año, la celebración nos encuentra en un contexto de confinamiento en nuestras casas para cuidarnos y cuidar al prójimo. No obstante, la fuerza histórica del pueblo hebreo nos demuestra que se pueden superar todas las situaciones difíciles. La libertad la ejercemos y la defendemos siempre, ya sea reunidos o a la distancia.

Desde la Comisión Directiva del Museo del Holocausto de Buenos Aires -de la que forma parte Marcelo Mindlin, entre otros- extendemos este mensaje de paz y libertad para todos.

Jag Pesaj Sameaj y felices pascuas para todos.

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